Germán y Guillermo Tuso (derecha); y Leo y Germán Milla (izquierda), las parejas de hermanos de Villa.
Germán y Guillermo Tuso (derecha); y Leo y Germán Milla (izquierda), las parejas de hermanos de Villa.
UNIDOS POR LA SANGRE Y LA PELOTA

Cuando la familia y la pasión se encuentran en el deporte: hermanos en el fútbol local

Democracia dialogó con cinco parejas de hermanos de la Liga Deportiva del Oeste (LDDO) para conocer cómo fueron sus crianzas, qué se siente jugar con un familiar dentro de la cancha y cómo es jugar en contra, la forma en que definen el estilo de juego de su hermano y la valoración del deporte como espacio de formación.

El mundo del fútbol está lleno de historias curiosas y atrapantes. Respecto a estas se pueden mencionar los casos de hermanos que se dedicaron a practicar un deporte como estilo de vida. La lista a nivel nacional es larga y se pueden citar los hermanos Gabriel y Diego Milito; Guillermo y Gustavo Barros Schelotto; Nicolás y Guillermo Burdisso; Pablo y Andrés Aimar; Federico y Gonzalo Higuaín; entre tantos otros.

Asimismo, tal suceso es posible encontrar en nuestro fútbol de la Liga Deportiva del Oeste (LDDO) que, además de revestir una considerable notoriedad en la región por su competencia y cantidad de clubes, presenta particulares historias donde la familia y la pasión se encuentran en un mismo lugar: una cancha de fútbol.

Para eso, Democracia dialogó con los hermanos Yapur, Rubén y Miguel, representantes del club Ambos Mundos; los Reyes, Cacho, César y Lucas, quienes compartieron en Jorge Newbery; los Martínez, Alexis y Emanuel, reconocidas figuras de Rivadavia; y la pareja de hermanos de Villa, Tuso (Germán y Guillermo) y Milla (Leo y Germán), para conocer más sobre el tema.

Este medio les planteó los mismos interrogantes a cada pareja de hermanos para conocer la opinión de cada caso: qué se siente jugar con un familiar dentro de la cancha y cómo es jugar en contra, la forma en que definen el estilo de juego de su hermano y la valoración del deporte como espacio de formación.

Ambos Mundos

En lo que hace al caso del Tricolor, una pareja de hermanos de importante notoriedad son los Yapur: Miguel y Rubén. Además de compartir el presente en el Senior de tal club, también comparten el año en que se retiraron: en 2011.

Rubén Yapur trabaja en el medio LT20 y, al recordar su infancia, señaló: “Teníamos un pasillo largo en casa, la puerta de cada extremo oficiaba de arco y nos la pasábamos jugando mano a mano. Después también jugábamos en la calle con pelota de trapo o alguna de goma pinchada para que no pique tanto e íbamos a campitos en Villa Talleres o al de Sánchez”.

“Fue algo bárbaro. Es más, si uno se iba a jugar a ligas de afuera, se lo llevaba al otro. Por ejemplo: fuimos a Matienzo de Alberdi, Arenales y Agustina. Es hermoso porque te vas hablando después del partido o retomás en casa”, valoró.

Y siguió: “Te acostumbrás y conocés de memoria. Somos uno jugando porque yo ya sé qué va a hacer él y él sabe qué voy a hacer yo. Mi hermano (Miguel) siempre fue tremendo defensor e impasable. Con el tiempo fue jugando de cinco y más al medio. Él dice que aprendió a marcar tratando de quitarme la pelota a mí y yo le digo que aprendí a gambetear tratando de esquivarlo a él porque era difícil y muy bicho”. 

Precisamente, en torno a esta última declaración de Rubén, podría reconocerse que el caso de los Yapur encontraría su metáfora de ser en el caso de los hermanos Milito: uno defensor y el otro delantero. Eso sí, con una salvedad clave: en el caso de los Yapur, ambos compartieron el amor por el Tricolor.

Al elegir un jugador del presente que representa las cualidades de su hermano, Rubén comparó: “No se me ocurren mucho de ese estilo, sería algo así como el Cuti Romero, pero no tan fuerte, sino que te robaba la pelota sin infracción. De hecho, creo que nunca lo expulsaron”

Por su parte, Miguel Yapur recordó: “Debuté en primera en 1987, cuando tenía 16 años, y empecé a jugar con él (Rubén). No nos juntábamos mucho en la cancha por la posición que teníamos. Jugué hasta los 18 y luego me fui a Estudiantes de La Plata durante un año. Vuelvo con 20 años y tuve una lesión en la rodilla que me tuvo algunos años fuera de las canchas. Cuando me rehabilité y volví, me empezaron a poner de cinco”.

Acerca de cómo es jugar en contra, reconoció: “Me cuesta hacerlo y ganar porque es como ganarme a mí mismo. Cuando nos enfrentamos trato de marcarlo o que lo hagan antes de que agarre la pelota porque es difícil sacársela”.

“Para el que no lo vio, sería una especie de Riquelme: un jugador muy habilidoso, con mucha personalidad para hacerse cargo del juego y que pone pases que terminan en gol”, así definió Miguel el estilo de juego de Rubén.

Jorge Newbery

Un caso que goza de gran popularidad e historia es el de los Reyes en el Aviador, donde tres hermanos firmaron planilla y compartieron cancha un mismo día. Algo similar al caso de AFA de los hermanos Fernández en Defensa y Justicia: Leandro, Brian y Nicolás (quienes han jugado juntos en el Halcón de Varela).

Volviendo a lo local, acerca de tal acontecimiento, Héctor Antonio, el mayor de los Reyes y conocido como “Cacho”, expresó que “jugar con César y Lucas al fútbol fue algo inolvidable y hermoso que nunca lo hubiera imaginado con la diferencia de edad”.

“Lo que resaltaría de jugar con mis hermanos es que fue algo muy lindo y que al ser mayor los podía ´retar´”, resaltó y consideró: “Con Lucas, el más chico, jugamos en contra: él en River de Junín y yo en Newbery. Fueron sensaciones encontradas”.

Para quienes no lo vieron jugar, al comparar a sus hermanos con jugadores del presente, Cacho respondió: “Lucas tenía una capacidad goleadora y jugaba muy bien de espalda al arco, un Lautaro Martínez podría ser; y César era indescifrable, no se sabía para dónde iba a salir, enganchaba mucho, entonces sería un estilo de Burrito Ortega”.

Y remató: “Cuando nos juntamos con amigos hablamos de quién fue el mejor. Yo por ser el mayor jugué hasta los 39 años y tengo más vueltas olímpicas; ellos tenían muchas condiciones y yo, mucha conducta”.

Siguiendo con las distintas posturas, César Luis, quien actualmente es DT del Senior de Newbery, rememoró que sus recuerdos son siempre ligados a la pelota. “Estábamos todo el día con la pelota y, cuando no estaban mis hermanos, jugaba con los vecinos y, si no, solo. Pero siempre fútbol. No había otro juego que no fuera ese. Si nos la sacaban, cualquier otra cosa era aburrida”.

“Poníamos un arco a siete metros del otro y jugábamos con la cabeza de arco a arco. Eran partidos picantes y ásperos porque se jugaba a ganar siempre. Tuvimos la iniciativa de la competencia desde el primer día y nos quedábamos mal cuando perdíamos. Jugábamos barrio contra barrio y fue algo muy lindo propio de aquella época. Soy de la época en la que se jugaba en calle de tierra, arcos hechos con dos ladrillos, la madre tenía que llamar varias veces porque uno no iba”, contextualizó.

“Jugar con un hermano es totalmente diferente por una cuestión de sentimientos. Hay personalidades diferentes de cada uno, pero lo que te hace distinto con el resto de los compañeros es el afecto profundo. Un hermano es un hermano y no es fácil separar eso”, opinó César.

En tal sentido, compartió: “Tuve la suerte de jugar con los dos. A Cacho no me preocupaba tanto que le pegasen, mientras que a Lucas sí porque era el más chico. Eso refleja los valores que uno tiene de cuidar al más chico. Seguramente le pasó lo mismo a Cacho para conmigo”. 

En lo que respecta a la mirada del hermano menor de los Reyes, Lucas Martín expuso que “se notaba mucho la diferencia con Cacho y César. Teníamos una canchita atrás de casa e íbamos ahí. Tengo más recuerdos con César que, como era más chico, se hacía más cargo de mí”.

Sobre estilos, analizó: “Cacho era más ordenado y de hablar; mientras que César era un estilo de enganche, tenía destellos de magia que te facilitaban las cosas. Los dos eran muy corredores”.

“Cacho se podría decir que era un estilo de Enzo Pérez o Pablo Pérez, firme para defender y buscaba hacer la simple con la pelota en los pies. César tenía un estilo más como puede ser hoy en día Kevin Zenón”, metaforizó.

Rivadavia 

En lo que hace al conjunto Albiceleste, una pareja de hermanos que está en la historia, y sobre todo en el último presente de la institución, son los hermanos Martínez. Alexis, el mayor de los dos, actualmente trabaja en la parte de encomiendas de Flechabus. En torno a su infancia y los recuerdos con Emanuel, indicó: “Hacíamos arco con las sillas de mi casa y jugábamos en un lugar reducido. Poder haber jugado con mi hermano fue algo maravilloso, como un sueño familiar, y sobre todo por lo que logramos con el club de barrio del que somos hincha, como es Rivadavia”.

“Con mi hermano (Emanuel) nos entendíamos con solo mirarnos. Pero, si jugara en contra, buscaría hacerlo correr. Su manera de jugar se puede comparar, salvando las distancias y su parecido físico, con Juanfer Quinteros o Ganzo de Fluminense”, consideró.

En lo que hace a la visión del hermano menor de los Martínez, Emanuel contó: “Me acuerdo de ir a ver a Alexis cuando jugaba en la selección sub 15 y mi viejo cargaba a toda la familia e íbamos a Arenales, Chacabuco o Pergamino. Cuando debutó con 15 años en Rivadavia lo fuimos a ver y después se fue a jugar a Quilmes”.

“Jugar con él a nivel amateur fue lo máximo. Después de su carrera profesional, se fue a vivir a Pinto y lo empecé a volver loco para que viniera a jugar a Junín. Finalmente, en 2013 me dio el gusto y se vino. Jugamos desde ahí hasta el último Nocturno en el que salimos campeones”, contextualizó.

Sobre su paso por Rivadavia, señaló: “Jugamos casi ocho años juntos, y cuando yo agarraba la pelota, levantaba un poco la cabeza y él sabía lo que yo iba hacer y yo sabía lo que él iba a hacer. Nos entendíamos en milésimas de segundos”.

“Cuando debutó en Quilmes, recuerdo que el primer partido fue televisado porque jugaron contra Racing, y los relatores lo comparaban con Saviola porque era de talla baja, picante y movimientos rápidos. Con el paso de los años fue adquiriendo más experiencia y agregándole cosas a su estilo de juego”, cerró.

Los casos de Villa Belgano

En la vereda de enfrente al Albiceleste se encuentra el caso de Villa Belgrano que, de forma simultánea al caso de los Martínez en Rivadavia, tuvo a los Tuso y los Milla como protagonistas de su reciente historia como así también del presente.

Hijos del reconocido exjugador y DT Oscar Tuso, Germán y Guillermo continuaron con el legado familiar del fútbol y, además de vestir la casaca del Verde en las juveniles, también tuvieron un efímero paso por las divisiones de Estudiantes de La Plata. 

Si se tuviera que encontrar un parecido al caso de los Tuso, por posiciones de juego, cercanía de edad y relación sería el de los hermanos Insúa: Emiliano y Emanuel (ambos zurdos y con un pasado compartido en Aldosivi).

Con presente laboral en Electricidad Junín y futbolísticamente en Ambos Mundos, Germán es el mayor de los Tuso. Sobre sus recuerdos de la infancia, narró: “La pasábamos muy bien, donde la pelota y el fútbol siempre estuvieron presentes. Nos pasábamos el día afuera jugando y usábamos una pared de arco para patear hasta la noche”.

“Guille fue siempre mi compañero. Desde que tengo uso de razón jugamos juntos en el fútbol informal y tenerlo de compañero en un mismo equipo de Liga fue algo maravilloso. Ya hace muchos años que jugamos juntos y compartimos esta pasión que nos une a nosotros y también a toda la familia”, definió acerca del vínculo futbolístico con su hermano.

Siguiendo con el relato, sostuvo: “Compartimos victorias, derrotas y campeonatos. Esto último es una satisfacción enorme. Disfrutamos de compartir vestuario y amigos. Somos muy unidos desde chicos”.

Al definir el estilo de juego de su hermano Guillermo, Germán manifestó que “es un jugador fuerte en la marca, rápido, atento, con buena técnica individual y que puede jugar de lateral o segundo central. Te da mucha seguridad tanto a mí como a los compañeros con los que compartimos equipo”.

Para jugar enfrentados,  afirmó que “lo encararía por el lado de su pierna derecha que es la pierna menos hábil y le puede costar más. Igual no me gustaría enfrentarlo, y no por ser su hermano, sino por las características que tiene como futbolista”, consideró.

Por su parte, Guillermo, quien es arquitecto graduado de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) y con presente laboral en la Unnoba, se encuentra jugando en Villa desde el año 2013 de forma ininterrumpida. Acerca de sus primeros años ligados al fútbol coincidió con Germán en el placer que le provocaba el deporte, y reseñó: “Íbamos a jugar arco-arco a la vieja canchita de Sarmiento. Tengo recuerdos en el club BAP, y no solo futbol, sino cualquier deporte que se nos presentaba, como básquet u otro”.

Acerca de la sensación de jugar con Germán, opinó: “Jugar con mi hermano es lo más lindo que me pasó porque tenés una conexión distinta dentro de la cancha. Hay un entendimiento que no se logra con otro jugador. Por la diferencia de edad con Germán, si bien hemos jugado de chicos en inferiores, Villa nos dio la posibilidad de jugar juntos después de mucho tiempo”.

“Es un jugador muy técnico y pensante. Antes de darle la pelota sabés que se la das a uno que la va a cuidar y la va a jugar de manera segura. En caso de jugar en contra, lo encararía por el lado más físico y por su derecha que le puede costar un poco más. Nos cruzamos varias veces, pero nunca en un mano a mano. Para compararlo con alguien lo puedo metaforizar con Juanfer Quintero, por aspectos físicos y técnicos”, consideró al abordar la figura de su hermano.

Por otro lado, distinto y complementario, se encuentra el caso de los hermanos Milla: Leo y Germán, dos figuras de considerable envestidura en la comunidad “villera”. El primero, Leo, es empleado fabril y también lleva a cabo un emprendimiento de depilación láser. Acerca de su relación con su hermano y la pelota, comentó: “Tengo un montón de recuerdos lindos en casa jugando hasta altas horas de la noche, cuando mamá decía ´basta de jugar´. También jugamos en los campitos y en el club: arrancamos en Villa cuando teníamos cinco años”.

“Jugar con tu hermano es lindo y se disfruta mucho, siendo una experiencia única”, consideró y definió: “Resaltar su entrega y su muy buena pegada. Nos ha dado muchas alegrías a los villeros a través de la pelota parada. Un jugador muy aguerrido que no da ninguna por perdida. De la actualidad lo podríamos comparar al uruguayo Nández por la manera de jugar”.

Como último aspecto, si lo tuviera que enfrentar a su hermano, Leo enfatizó en que “es medio impasable para enfrentarlo en un partido, pero se la tiraría larga para que me corra de atrás”.

Por su lado, Germán, quien es empleado en un laboratorio, ratificó que “jugar con un hermano es algo que no se puede poner en palabras fácil porque es muy lindo. Tuve la suerte de compartir muchos años y actualmente lo sigo haciendo, pero podría resaltar que nos conocemos bastante y cada uno puede saber el movimiento del otro. También hemos jugado en contra y no sé si lo encaré, pero lo haría por la pierna inhábil porque no la sabe usar”.

“Leo es un jugador desequilibrante y que lastima a las defensas rivales cuando ataca. Sobre un jugador de la actualidad, podría ser una especie de Benjamín Domínguez, el que juega en Gimnasia, que arranca desde la banda y me gusta mucho”, argumentó sobre la manera de jugar de su hermano.

Distintas épocas, distintos clubes, distintas historias con mismos denominadores en común: el afecto por la familia, la pasión por la pelota y la importancia de cada institución como escenario para vivenciar distintas anécdotas que se extienden al día de hoy.

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